viernes, 7 de noviembre de 2008

Editorial 3

En un país no muy lejano, en años bastante recientes se vive la profunda y devastadora realidad de la inseguridad, lamentablemente no se trata de un cuento que tendrá un final feliz, sino de una realidad que cada vez se hace más difícil.
El martes Juan Camilo Mouriño, secretario de gobernación junto con José Luís Santiago Vasconcelos y siete personas más que viajaban en el avión con destino a la Ciudad de México, pierden la vida en un misterioso accidente.
Cada día son más y más las muertes "accidentales". El punto es que la seguridad está cada vez más lejos de los mexicanos. Si en algún momento preferían estar encerrados en su casa para así estar más seguros, hoy no se sabe en que momento caerá un avión o empezarán a disparar hacia todos lados sin control.
Lo más triste de todo es que hay quienes aún creen que es posible engañar al pueblo. Pero no es tan fácil como lo fue hace unos años, no hay manera de ocultar todas las muertes que han habido después de empezar el ataque contra el narcotráfico. Una, dos, tres, cuatro mil repeticiones más de un anuncio no logran ni lograrán el efecto que ellos quieren.
Es sumamente molesto que se enaltezca a una persona por haber hecho lo que al fin y al cabo era su trabajo, mas existe la costumbre de hacer héroes en nuestro país y eso no es nada nuevo. Pero de las demás personas quién se acuerda, qué culpa tenían las personas que ese día estaban ahí presentes. Efectivamente no tienen ninguna, pero como dice el dicho: “pagan justos por pecadores”. A los familiares de Mouriño o Vasconcelos los invade el dolor, que no en nada diferente al que sienten las personas que perdieron a algún familiar por culpa de esta tragedia, lo que si hace diferente la historia es el hecho de que unos van a recibir dinero constante y tendrán el dolor por algún, sin embargo para aquellas personas que perdiron al padre o madre que sostenía a la familia los próximos días no les pintan a colores. Son ellos los que se enfrenten no sólo a al inseguridad, sino también a los problemas económicos que según cierto comerciales, aunque se repitan cientos de veces no logran ni lograrán engañar a la gente, porque definitivamente el hambre no se puede paralizar.

Hoy se hacen declaraciones que aseveran que la explosión no sucedió en el aire, no obstante
Emilio Hernández Galindo, primer oficial del vuelo 775 de Magnicharters, el martes venía atrás del avión en el que viajaba Juan Mouriño y Santiago Vasconcelos. De acuerdo con su declaración para que el avión tuviera tal accidente tenía que haber explotado todavía arriba, esta declaración se fundamenta aún más cuando personas que estaban presentes se dieron cuenta de que el avión ya venía en llamas antes de caer. ¿A quién tratan de engañar?

Y como si estas mentiras no fueran suficientes todavía dicen que sólo fueron 14 muertos, con una explosión de tal magnitud en una calle tan transitada, especialmente a esa hora, suena ilógico.

Hoy más que nunca es necesario empezar a trabajar en asuntos de inseguridad. Buscando el equilibrio de la gobernabilidad. Se requieren personas calificadas en cada uno de los puestos. Ya no es posible vivir así.

Y al presidente de este país no le queda tiempo para preocuparse, sólo para ocuparse, porque puede que este suceso sólo sea un aviso más para que se cuide, porque su vida tampoco está asegurada.

1 comentario:

Alma Karla dijo...

La felicito porque ahora se soltó con todo. Qué bueno que no le da miedo opinar.

Lo que hace falta es pulir la puntuación y cuidar el giro retórico para que tenga mayor ritmo y el lector no se pierda.

Está muy bien que ya está al tanto de lo que es un editorial. Pero para mí, este texto es más bien un artículo de fondo. Ya tendrán que entregarme uno y seguramente le irá de maravilla.